El Banco de Inglaterra (BoE) se encuentra en una posición compleja, ya que la economía del Reino Unido lucha contra una inflación aún persistente y hay dudas sobre las perspectivas de crecimiento. Los datos de la semana pasada mostraron que la inflación general se aceleró considerablemente en abril. Aunque se esperaba un aumento significativo debido a: unas facturas de energía y agua más altas, unos impuestos más altos para los empleadores y un «efecto Pascua» en las tarifas aéreas, la magnitud del incremento en la inflación de servicios fue una sorpresa. Al mismo tiempo, el mercado laboral continúa deteriorándose, como lo evidencian los datos del índice de gestores de compras preliminar de mayo. Un mercado laboral en desaceleración podría aliviar las presiones sobre los precios en los próximos meses, pero hasta que esto se refleje en los datos oficiales de inflación, es probable que el BoE sea cauteloso en cuanto a la velocidad con la que levanta el pie del freno.
Fuente: Finect
